lunes, 29 de mayo de 2017

Futuro sin sueños

La alarma suena, todos los días se volvieron tan monótonos que ya no existen ni las horas. Temprano, antes que aparezca el sol marcando un nuevo día para la ciudad, el colectivo hace ya su recorrido habitual desde el comienzo hasta casi su terminal, de por medio se encuentra el destino, una de las facultades más reconocidas de Buenos Aires. Tan solo un año en el CBC fue el camino para entrar en ella, pero no fue lo imaginado, fue totalmente distinto a aquello que parecía el gran futuro, al principio todo era emoción pero al final se convirtió en obligación.

Esa felicidad ya no se encontraba, tan simple como no ser uno mismo, tener que acostumbrarse a ello fue en vano aunque la fuerza de voluntad estaba pero no pudo ser conseguido; y la mente, el mayor enemigo, se encontraba aconsejando constantemente que lo mejor era pensar en el futuro y quienes iban a ser los decepcionados con aquella decisión: los padres. Contar siempre con su apoyo se volvió en contra porque al ser esa niña ante sus ojos pareciera que tras esa decisión ya no lo fue más; dejar la facultad, no estudiar ni trabajar, lo que pareciera ser el sueño para muchos terminó siendo un callejón oscuro que parecía no tener final.

Tan sólo con diecinueve  años y el pensamiento de no tener futuro rondaba todos los días, junto con las típicas palabras de: “Tienes que encontrar tu verdadera vocación”, “Algo tienes que hacer” y el: “No puedes vivir así…”. La vida es de uno no de los demás, pero ¿Por qué importa tanto lo que los otros piensen? Era la pregunta que la psicóloga intentaba que sea respondida en cada una de las cesiones sin éxito. Eso de perseguir los sueños ya no se creía, ya no había sentimientos sino solo un vacío  y era lo que más carcomía y hacia querer volver atrás ¿Sería mejor regresar y hacer de cuenta que no pasó nada? ¿Habría que volver a intentarlo? Pero no, esa no era la opción, cuando un libro ya es maltratado no hay vuelta atrás.


Parecía que todo estaba perdido, pasar los días informándose, leyendo y escribiendo acerca de todo lo que llamara la atención se había hecho habitual y de ello se deprendió la respuesta a aquella crisis existencial, volver a la primera y verdadera opción, el periodismo. Aquella opción que había sido engañada por las expectativas de los demás pero hasta el momento ni se acerca al arrepentimiento de haber sido escogido y que todavía se agradece no haber pensado en las consecuencias por una sola vez y tan solo seguir al instinto; el trabajo duro y la determinación es lo que hará no pensar en el futuro ya que los sueños están para realizarse en el presente.
                                                                                                                             RM

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